Juan Ríos Martínez (Tauxi Mutuani)

Juan Ríos Martínez 1976 ©Juan Negrín

Juan Ríos Martínez (1930 - 1996)

Juan Ríos Martínez recibió el nombre Tauxi Mutuani o “Pintado de Rojo” en wixárika, por la apariencia de su piel al nacer en 1930. Se inició muy joven en el conocimiento religioso a través del kieri, al que atribuía su talento musical y, su padre, un hijo de Inés Ríos, fue su principal tutor.

Desde los nueve años empezó a suplir a su padre que gozaba de fama para tocar el violín wixárika, xaweri, en celebraciones rituales. Más adelante se desplazó de sus tierras nativas en el ejido de Carretones, Nayarit, por un conflicto familiar, y vivió cerca de Compostela cuando lo conocí, a principios de la década de 1970.

Juan Ríos me explicaba que el cultivo del maíz y la caza del venado eran la base de su fuerza espiritual; cuando encontraba un venado vivo, le chupaba la saliva y se la comía: “pues yo creo algo que me está saliendo de útil, de gracia, porque lo pienso así, en trabajos de éstos (los cuadros), me sale”. Para Juan Ríos Martínez, había dos tipos de cuadros: el primero, de fácil venta en la ciudad porque no son “historia” y se manufacturan sin desperdicio de iyari, corazón, o memoria espiritual. Al principio se enfermó después de producir estas piezas decorativas y de tocar música de mariachi, pero un tío le aconsejó que pagara votos a la Virgen y al Cristo de la Iglesia de Tepic; recuperó su salud al pagar a estas deidades mestizas con velas y monedas.

El otro tipo de cuadros, me decía Juan Ríos, “lleva mucho pensamiento”, tiene el 'iyari (corazón) del artista y “está hecho todo con una hebra” (de estambre de lana). Sólo en esos cuadros significativos hasta en el menor detalle atrae la atención de Nuestros Antepasados; ellos obligan al artista a renovar sus devociones tradicionales a los antepasados que evoca. Ríos Martínez llenaba sus cuadros con anchas curvas y formas sensuales. Sus cuadros denotan la experiencia física de las labores del campo y las penitencias rituales. El contexto mitológico es humanizado por una dramática expresión de la emoción, más aparente que en la obra de otros artistas. Usaba el trazo de la línea y contrastes de color para evocar la ternura, como en La Cabeza de Nuestro Hermano Mayor Hermano Venado Azul (60 x 60cm, 1973).

En otras obras maestras, expresaba el lado angustiante de la mitología wixárika y su entendimiento de Takutsi, Nuestra Bisabuela, Nakawé, como un “nahual”, que exige alimentarse de sangre para sobrevivir, después de plantearse como el fundamento de la vida. Nuestra Bisabuela la Luna, la primera luz que crece y mengua, requiere de nuestra atención, como la estación de las lluvias y el apogeo del sol. Una serie de 14 de sus cuadros representa La Primera Peregrinación a Wirikuta; consiste de algunos de los mejores cuadros del artista (1,22m. x 80cm.), en la colección de George Howell, y suscitaron comparaciones con la visión de Henri Matisse.

Al cabo de dos o tres años de trabajar los cuadros con iyari, Ríos Martínez empezó a sufrir de una zozobra. De noche sus sueños se llenaban de la presencia de Nuestros Antepasados y de “nahuales” amenazantes, seres ejemplares y bestias que se pueden apoderar del espíritu de una persona, que ilustraba en sus cuadros. Prefirió dedicarse a ilustrar cuadros que no le exigieran más que los votos cumplidos a los santos católicos, aunque tenía que seguir cumpliéndole

Texto y fotografías Juan Negrín. Derechos Reservados ©2002 - 2024