Hikuri a demanda: Ser vivo en subordinación y tensiones

Hikuri payeniere yuheiwerie hetsienamieme memuyukwit+wek+

En medio del conflicto de potencias, de las humanas contra las naturales y espirituales entre pueblos originarios y mestizos sobre el uso de una cactácea con componentes psicoactivos, se abre un marco propicio para desfavorecer a la planta convertida en droga.

La omisión y no protección gubernamental, el saqueo cultural y la comercialización global de unos de los pilares de la cultura wixarika, dañan un ecosistema importante en la Sierra Madre Oriental y el Altiplano mexicano.

"Desde que me acuerdo he vivido muchas ceremonia pero el recuerdo más viejo que tengo, era muy niña: iban llegando los peregrinos y mi papá masticó algo, lo escupió en el centro de  mi cabeza, pensé que era Hikuri pero era otra raíz sagrada porque traen muchas raíces, era para fortalecer mi energía; en ese momento me dieron un pedazo bendecido, me lo tenía que comer, recibir, que entrara al cuerpo. Lo que hacen algunas niñas es esconderlo y yo me lo comí." es como trae al tiempo de ahora Paulita, una defensora del territorio wixárika donde se vive la amenaza de quedarse sin el elemento crucial de su cultura, el hikuri, la primera vez que lo recibió.

Waikawa teteayexeiya meripaitipai pai netikueriwawti nemuyeika, kariki meripaiti akuxi ne nunutsikaitsie ya nera'eriwa ta kie meta'axiakaki kikamete, kwitiwa ne yeu tixai tiutakei mikikita nemu'utsie hixiapa kaneneuti'ipitsa, Hikuri ne ne'eriekai, meta nana pita hikikai waniu aixi nereueriekaki ya netsiuyuri ne yeu; manata ne teiere netiyatuiriyarie chipeme, nemitakwaniki tsiere nemutitaknakeki. Xika Hikuri peútuitiarieni hipati tiri mepi'awiwieta ne paunekwa' iyi pita nepitakwai, Pai tiyukuxata Paulita kehapai miyi matiari hikuri mu takwaitsie nunutsiyari.

Sonreír entre suspiros es lo que le pasa a la maestra de primaria Paulita Carrillo Carrillo, cuando habla de esa plata. Es originaria de San Andrés Cohamiata en el municipio de Mezquitic, México. 

Ha sido profesora 16 años y está titulada con Maestría en Construcción del Conocimiento en una universidad a cargo de los jesuitas. Ahora también es funcionaria.

Es tesorera de los Bienes Comunales en San Andrés Cohamiata, comunidad wixárika en Jalisco, México. 

Es “líder entre los líderes” dice, siente cómo la cuidan los marakaates, sabios wixaritari cuyo pilar cosmogónico es la flor de cinco colores, el hikuri. 

Sobre su nueva encomienda entiende “no es solo cuidar los dineros de la comunidad sino los recursos naturales, la gente”.

Fue clave hablar con ella para este reportaje para dimensionar el conflicto socio-ambiental pues su gran maestro, un ser vivo protegido por normas mexicanas y leyes hasta prohibir su uso, es consumido por adeptos al peyotismo como una droga de alto impacto.

La alucinación que experimentan teiwarixi -mestizos en wixárika-, ha sido plenamente documentada en artículos publicados en ciencias sociales, así como instantáneas en redes sociales.

Pero nada iguala cuando kauyumari -venado azul- habla a los peregrinos tras varias horas de ceremonia hasta encontrar el sitio sagrado, el hikuri y comerlo.

Respeto al hikuri es respeto a una misma

Paulita Carrillo Carrillo es parte de una familia con una importante potencia, a nivel comunidad es reconocido ese linaje de peregrinos, marakaates y jicareras.

Su hermana Marcelina, la mayor de cinco, vive dedicada a preparar las ceremonias, entrar en trance y hablar con el dios. 

“Hablamos mucho del hikuri mi hermana y yo, pero le tenemos mucho respeto y a ella no le gusta profundizar”, me aclara. 

Incluso dice Paulita que Marcelina habla una lengua que muchos ni entienden, cree viven estresados por todo lo que sueñan jicareras y marakaates y debe cumplirse.

El recuerdo más viejo lo conserva con claridad, dice que el hikuri le ayuda a decidir bien.

“Primero me lo comí con un poquito de miedo porque había escuchado que unos veían víboras, pero fue muy sagrado, no vi nada de eso, solo me fortaleció en mi intuición”.

Paulita Carrillo Carrillo, tesorera wixaritari en San Andrés Cohamiata

Al hablar lo que enfrentan se desespera, pues los no wixaritari y algunos de ellos, toman el hikuri en Wirikuta sin rituales de por medio.

         "Tenemos templos o centros ceremoniales, en el camino se van confesando, lo saludan, le piden    permiso para agarrarlo y cuando se vienen ya se despiden...y al saber que no lo hacen de esa manera, si da mucha tristeza porque para nosotros es un elemento de la naturaleza respetando." Paulita Carrillo

Despojo físico y simbólico

Se trata del territorial, por las 10 mil 500 hectáreas que les han invadido y bajo litigio en 17 juicios agrarios.

Llevan 50 años peleando y hasta ha cobrado vidas de defensores del territorio.

También el despojo cultural a causa de la extracción ilegal del hikuri nombrado en wixárika, peyote es el término mestizado que proviene del náhuatl.

En todo el mundo resonó ¡Salvemos Wirikuta! una campaña magnanima contra la explotación minera en 142 hectáreas en San Luis Potosí, México.

La multinacional First Majestic Silver Corp -canadiense-, tiene 72 concesiones mineras entre 55 sitios sagrados de pueblos originarios en Durango, Nayarit, Jalisco y Zacatecas.

La subsidaria Minera Real Bonanza, posee 35 concesiones en la reserva natural, reconocida desde 1994 y la mitad son sitios sagrados. 

Cada comunidad tiene un territorio que les corresponde para peregrinar, dotarse de hikuri y hacer su práctica ceremonial. 

Antropoceno, la era del despojo

Los wixarika no nada más van por hikuri, también por el agrito que es el uxa y por el agua sagrada de los manantiales de Wirikutadescribe Fernando Olvera Galarza quien es antropólogo.

Lleva 13 años haciendo etnografía de grupos del Gran Nayar: wixaritari, tepehuanos, coras. 

Los manantiales a los que se refiere Fernando Olvera Galarza son endorreicos, no reciben agua de mar nunca. 

Se ganó la confianza de las comunidades al crear un sistema de vigilancia con casetas de monitoreo para la presencia de mestizos buscando la cactácea.

Lo comenzó a hacer trabajando para el Instituto Nacional de Pueblos Indígenas y reconoce que de joven comió peyote por la aventura, como todos.

Su primera propuesta para entender el nivel de riesgo por el consumo humano de toda esa biodiversidad, fue un estudio etnobotánico de la zona.

El uxa por ejemplo, los wixaritari lo usan como raíz para sacar tintura natural y marcar el rostro de quienes peregrinan.

“Hay que ver todo como un sistema, si proteges a uno descuidas a otros, es un sistema donde en cada lugar sagrado dentro de la ruta de peregrinación a Wirikuta hay estos lugares naturales donde en unos hay hikuri y en otros no, pero en otros hay flora que recolectan los wixárika y el agua está en una cierta armonía medio funcionando. En esos manantiales ven agua sagrada, agua curativa, unos dicen ‘ahí veo a nuestra madre’, otra comunidad dice que ‘ahí se aparece la virgen de Guadalupe’. Es otra forma de interpretar el conocimiento, pero todo nos lleva a una constante de que esa es un agua sagrada para pueblos muy antiguos que han venido por ella” 

Fernando Olvera Galarza, antropólogo integrante de Hablemos de Hikuri

Dice que en todo caso la planta nombrada hikuri, le pertenece por orden de aparición a los guachichiles y tecuexes quienes cobraban tributo a wixárika y caxcanes por transitar.

En 2011 se creó el Consejo Regional Wixárika, reducto por donde todas las voluntades nativas y no indígenas se volcaron a la protección de Wirikuta.

Se hizo visible la opresión hacia los pueblos nativos por la liga gobierno-ejidos-empresario-ganaderos invadiendo su territorio. 

En medio del movimiento, conciertos de rock, libros, captación de firmas, show, demandas legales, foros académicos, la psicodelia fuera de ceremonias religiosas y un turismo explorador del altiplano adepto “a la loquera”, se desbordó acelerando el saqueo de la planta convertida llanamente en droga.

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