Takutsi y Tamatsi Kauyumarie roban la jícara de lluvia y flechas
Al traer cantos que admiraban, Takutsi se ganó la amistad de la tribu caníbal de los Hewixi, quienes poseían las dos poderosas flechas emplumadas y la jícara que traía la lluvia. Le apelaban a instruirlos con su sabiduría secreta cantando historias sagradas en sus celebraciones (representada a la derecha inferior fumando un cigarro con un tambor, tepu, adelante y un muwieri en su mano). Ahora querían que Takutsi cantara durante la celebraciones de Namawita Neixa que se hacen antes de la siembra en junio. En honor a esta ocasión, los Hewixi, quienes comían a las personas y sobrevivían solamente de la sangre, habían sacrificado a un miembro de la tribu (margen izquierdo inferior). Takutsi tuvo que participar en este costumbre, y por tomar sangre ahora era uno de los miembros de la familia con su nuevo nombre de Nakawé.*
Sin embargo, antes de que comenzara la celebración, ella le había transferido la descripción de la jícara y de las flechas a Tamatsí Kauyumarie, quien fue ordenado a llegar a la medianoche con copias a cambio de los instrumentos de los Hewixi. Hicieron este plan con la asistencia de los ‘itaikarixi, espíritus que se comunican en la noche: el kwatsa, cuervo negro, el kauxai, zorro y el mikirí, tecolote (no representado). Estas criaturas hechizaron a los Hewixi, y para la medianoche estos se habían dormido (izquierda inferior). Los puntos que salen del cuervo son hechizos para dormir, pehá.
Tamatsí Kauyumarie había esperado en una cima picuda (esquina izquierda superior del cuadro) en un área donde los Hewixi vivían llamado Kiripi Nakatá que significa “adentro” (nakatá) del “caracol” (kiripi), debido a la cueva profunda debajo de la cima. Antes de que descendiera, cubrió el piso con las hojas espinosas de la planta de tauxirra (huizapol, planta verde con erizos azules, izquierda superior). Luego, llegó al área donde dormían los Hewixi, reemplazó la jícara y las flechas y se fugó por la cima de la montaña. Los Hewixi despertaron y, al descubrir su pérdida persiguieron a Tamatsí Kauyumarie. Cada vez que se le acercaban, este se transformaba en otra forma, animal, planta o mineral. Y el zorro y cuervo arrojaron más hojas de tauxirra en el camino, las agujas en forma de cuerno del ‘upá y las espinas de ruxi (dos variedades de acacia).**
Incapaces de hallar a la persona-venado, regresaron a capturar a Takutsi Nakawé. Pero en cuanto ella vio que habían sido robados los instrumentos, dejó de tocar el tambor y huyó en la dirección opuesta, llevando sus flechas emplumadas, muwierixi, y su bastón (derecha superior). Cuando los Hewixi finalmente se acercaron, ella lanzó cenizas calientes de su cuerpo y cuando su bastón pegaba el suelo, salió una sustancia que emitía chispas. Aunque los Hewixi tenían miedo, seguían regresando a hostigarla. Finalmente, se escapó al hechizarlos para matarse y a sufrir accidentes mortales.
Con la ayuda de los instrumentos capturados por Tamatsí Kauyumarie, el tuki (templo grande) fue construido y la jícara que apela a la lluvia fue depositada adentro. Las dos flechas, una azul para invocar los espíritus femeninos y la otra roja para invocar los espíritus masculinos, ahora permiten a los cazadores del peyote a hacer la peregrinación a Wirikuta para cazar el venado-peyote y, posteriormente, celebrar la ceremonia de Tatéi Hikuri, Nuestra Madre Peyote. Así los Tatutuma, Nuestros Antepasados, lograron alcanzar Wirikuta al igual que sus descendientes, los wixaritari.
* Un nakawé es una bestia peligrosa que se devora a los humanos.
** Las tres especies de plantas espinosas que fueron arrojadas a los Hewixi para facilitar el escape de Tamatsí Kauyumarie siguen siendo dispersadas frente a la casa de un difunto para evitar que regrese para dañar a la familia.