La Fundación del Mundo: Después de la Inundación
Cuando se terminó el diluvio, Nuestros Antepasados encontraron la primera tierra seca en el centro del lago de Chapala. Vemos la canoa en la que están sentados Watákame con un remo (detrás de él), Takutsi, Nuestra Bisabuela y Diosa del Crecimiento con su bastón de otate y la perrita negra, que acompañaba a Watákame; también en la canoa hay una calabaza, maíz y granos que salvaron del mundo anterior. Para marcar este lugar sagrado, dejaron (debajo de la canoa) una flecha y un nierika. Después Watákame dejo la flecha que simboliza sus propios poderes, en el lugar llamado Jauramanaka (arriba a la izquierda); colgada de su flecha dejó una jícara votiva, consagrada a Nuestra Madre La Tierra Húmeda, y además un nierika, que representa su aspecto cultivador al lado de una caña de maíz.
Takutsi por su parte emprendió la búsqueda de Nierika Mamna, donde los dioses, Nuestros Antepasados, habían dejado pintados sus rostros en la roca. Más cuando la encontró, aparecía el aspecto sagrado de Watákame, además de los símbolos de los otros cinco Antepasados. Ahí se reunieron nuestros Antepasados: Takutsi se sentó (a la izquierda) en su silla sagrada delante de Tatewarí, Nuestro Abuelo, también sentado en su equipal, mientras Tamatsi Kauyumari, Nuestro Hermano Mayor el Venadito del Sol, y Tatutsí Maxakuaxí, Nuestro Bisabuelo Cola de Venado, aparecieron arriba flanqueando una flecha. Takutsi les ordenó llevar esta flecha a Wirikuta, la Tierra Sagrada del Este, pero les puso muchas trampas por el camino y trató de confundirlos mandando mensajes a través del Nierika (líneas onduladas). A medida que se fueron acercando a los manantiales de agua sagrada del este, en Tatéi Matinieri, los cuernos de los hombres venados cayeron de sus cabezas. Tatutsí Maxakuaxí, comió sus cuernos, sin darse cuenta que eran también sus muvierixi, las flechas emplumadas que le daban poderes sobrenaturales. Por haber cometido este error, fue transformado en el Conejo. En cambio, Tamatsi Kauyumari tomó sus cuernos con él, y finalmente llegó al centro de Wirikuta. Buscando ahí su ser espiritual, tomó su arco y su flecha (derecha abajo de la canoa), para cazar el peyote, que es el espíritu del Venado. Con sus poderes telepáticos, Takutsi trató de pararlo, pero el nierika de Tamatsi Kauyumari (que se observa cerca de la boca del ciervo), desviaba sus mensajes, y Kauyumari disparó sus flechas hacia el peyote. Cuando el Bisabuelo Cola de Venado llegó finalmente a Wirikuta, en forma de conejo, no logró la misma transformación y se convirtió en una biznaga grande, que se llama maxacuaxí (arriba a la derecha del centro). Los dos hombres-venados dejaron sus flechas en el cerro sagrado, llamado Tacao (son las dos flechas entre la biznaga y la canoa). Entonces Kauyumari se alistó para regresar y preparó una jícara votiva, llena de peyote, que se observa cerca de la cola del venado que tiene peyotes dentro de su cuerpo. Dejó sus cuernos detrás y con sus flechas y su arco partió a Wirikuta.
Takutsi y Tatewarí habían permanecido cuidando Nierika Mamna, esperando el regreso de los dos hombres-venados. Cuando Tamatsi Kauyumari llegó, los cuatro Antepasados que se habían quedado, aceptaron el peyote que ésta les ofreció. Después de probarlo, Takutsi decidió buscar un sitio más apropiado para el sagrado Nierika; se hizo una copia y fue llevada a Teakata, que se encuentra en medio de la sierra y en el centro de la tiera (abajo a la derecha). Ahí, Nuestros Antepasados fundaron sus casas-adoratorios, y en el patio pusieron el nierika que se encuentra rodeado de peyotes. A un lado, Tacutsi, Kauyumari y Tatewarí colocaron sus flechas sagradas (las flechas están entre las figuras de Takutsi y Kauyumari, Tatewarí está abajo). Entonces celebraron la primera fiesta del regreso de los peyoteros, consumiendo atole de peyote molido (dentro de una jícara grande que está en el márgen inferior frente a Tatewarí). Cuando la fiesta terminó, Tamatsi Kauyumari regresó a Wirikuta, donde había quedado su Hermano Mayor Tatutsí Maxakuaxí.
Tatéi Yurianaka, Nuestra Madre la Tiera Húmeda (al centro en medio), decidió entre tanto regresar a la costa, acompañada por Watákame y su perrita negra. Ella carga una olla y una jícara votiva, que contiene todas las semillas para el nuevo crecimiento. Watákame carga un bule de agua, su machete y una coa, llamada turicui. La caña de maíz (a la izquierda abajo) simboliza la fertilidad de las tierras costeras. Una vez llegados a la costa, Tatéi Yurianaka siguió su viaje, entrando en el océano, donde se convirtió en Tatéi Waxiewe, la roca sagrada que ahora se encuentra frente a San Blas.
Explicación y traducción por Juan Negrín Fetter según la grabación con Tutukila Carrillo
Imagin y texto ©Juan Negrín Fetter 1973 - 2008, Derechos digitales e impresos reservados.