Pronunciamiento ante la situación que guardan los derechos humanos de las personas que habitan el territorio sagrado de Wirikuta
Map of Wirikuta Reserve
Estación Catorce, San Luis Potosí, julio de 2021
El altiplano potosino y la Sierra de Catorce conforman una región con un valor biocultural, como pocas en el mundo. Ahí está representada la mayor parte de las especies de flora y fauna silvestres de todo el desierto chihuahuense; concentra la biodiversidad de cactáceas más importante en el mundo. La mayoría se encuentran en alguna categoría dentro de la Norma Oficial Mexicana (NOM-059-SEMARNAT) amenazadas o en peligro de extinción. En ellas, también se registran anidamientos del águila real, símbolo de nuestro país, y ave que encabeza la lista del programa nacional de conservación de especies prioritarias. Sus habitantes son campesinos, muchos de ellos en situación de extrema pobreza. Su forma de vida es de naturaleza agropastoril, que hace sinergia con prácticas ancestrales de caza y recolección que han preservado de la cultura huachichil de Aridoamérica.
De igual manera, Wirikuta es uno de los lugares más importantes y representativos del pueblo Wixárika, que habita en los estados de Jalisco, Nayarit, Durango y Zacatecas. Desde tiempos inmemoriales, ahí se recrea el recorrido que hicieron las deidades desde el mar hasta el desierto, para dar origen al mundo. Del equilibrio biocultural de Wirikuta depende la identidad del pueblo Wixarika, que habita en más de 5,300 kilómetros cuadrados del territorio nacional: una superficie más grande que la de varias entidades federativas de México.
En el año 2012, la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) emitió la Recomendación 56/2012, dirigida a 13 autoridades de los tres niveles de gobierno. Dicha resolución representa un instrumento que posibilita avanzar a la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) y a todo el Gobierno Federal en la protección efectiva del Patrimonio Biocultural en Wirikuta.
Del 25 al 31 de marzo del 2021, integrantes de estas defensorías públicas de derechos humanos realizaron un recorrido al lugar y constataron la falta de resguardo, respeto y garantía de protección integral que requiere la región sagrada.