Wixárika Scholarship Fund recipient, María Fernanda Ramírez Gamboa, with a sign that says, "Neither the land nor women are territories to be conquered."
La Caravana llegando a la Basílica de Guadalupe en la Ciudad de México enarbolando la bandera de México y el estandarte de su territorio, San Sebastián Teponahuaxtlán. Foto – Werika Yuawi Hernández
When the Spanish conquistadors arrived in Mexico half a millennium ago, they sought to convince Indigenous people that consumption of peyote, an inconspicuous cactus that contains the psychedelic drug mescaline, was akin to devil worship.
Tras cuatro años de lucha, la comunidad Wixárika de San Sebastián Teponahuaxtlán en Mezquitic Jalisco recibirá directamente los recursos federales para administrarlos sin intervención de funcionarios ni partidos políticos. Y lo harán con mujeres en la mesa bajo un acuerdo de paridad de género, una rareza entre los gobiernos indígenas y, de hecho, en los gobiernos en general.
La Caravana llegando a la Basílica de Guadalupe en la Ciudad de México enarbolando la bandera de México y el estandarte de su territorio, San Sebastián Teponahuaxtlán. Foto – Werika Yuawi Hernández
Madres empujando cochecitos de bebé, abuelas y abuelos de 70 años e incluso un hombre en silla de ruedas se unieron a las filas de los 200 indígenas Wixáritari que están recorriendo casi 1,000 kilómetros a lo largo de las sofocantes carreteras de México en una larga batalla para recuperar sus tierras robadas. La Caravana Wixárika por la Dignidad y la Justicia partió de la Sierra Madre Occidental el 25 de abril y desde entonces ha estado caminando, acampando al costado de la carretera y levantándose de madrugada para continuar.
Wirikuta tiene muchos nombres y una entrada. La puerta se nombra Wak+ri kitenie, la puerta del Hermano Mayor Tepehuán, el paso al quinto piso del altar-mundo, nuestro templo.
Los constituyentes mexicanos decretaron que la justicia en el país sería gratuita y expedita, aspiración que casi nunca se corresponde con la realidad y mucho menos para los pueblos originarios de esta nación.
1.El 23 de marzo, algunos representantes de centros ceremoniales, autoridades tradicionales y comuneros wixaritari de Jalisco, Nayarit y Durango llegaron a Palacio Nacional en la Ciudad de México a que los recibiera el presidente. Le pidieron respeto a sus sitios sagrados, en particular el que se encuentra en Wirikuta en San Luis Potosí. Le saludaron y le mostraron respeto a su investidura y la de su esposa.
Wirikuta es la flor de la conciencia universal de la vida, es el epicentro donde nacen los acuerdos que renuevan el espíritu de todo lo creado. Wirikuta es un espacio profundo repleta de libros que contienen de como se origino el mundo, los libros medicinales que sanan el corazón y fortalecen el lazo que nos borda como flores en una gran serpiente rio de luz que no tienen ni principio ni final.
El 22 de septiembre, seis jóvenes wixáritari entre la edad de 16 y 32 años fueron desaparecidos en un camino que zigzaguea la frontera entre los estados mexicanos de Jalisco y Zacatecas. Parientes y amigos confirman que los jóvenes habían salido para realizar una cacería tradicional. A los pocos días, cuatro de los seis cuerpos fueron hallados con las marcas de tortura que son ya demasiado comunes en un país que sirve como un centro para el crimen organizado a servicio del apetito global por las drogas.